Como iba diciendo, por el camino ya no se ven tantas auto caravanas o campers como antes. Los lugares más atractivos, están siendo invadidos, por el turismo de masas, como es natural. Aunque de momento solo son pequeños resorts de 100 bungalows más o menos, no creo que tarden mucho en convertirse en algo parecido a la costa del norte del país. Así que aprovechad y venid ahora que aún estáis a tiempo. Pues aquí todo cambia de un día para otro. Hay cientos de lugares vírgenes donde perderse, lugares a los que no va todo el mundo y que hay que ir descubriendo poco a poco. Si ves un letrerito o un camino que vaya hacia la playa, cógelo, pues nunca se sabe lo que puedes encontrar.
He parado a ver unos panales de abejas, que producen miel del tipo MIL FLORES, una de las mejores mieles según los entendidos, pero como yo soy diabético, de miel, na de na. Estaban al lado del camino. Y como siempre, no he visto a nadie cuando me bajé del coche, pero justo cuando iba a hacer la foto, plas, aparece un morito delante mio. Siempre pasa igual, parece que no haya nadie, pero de golpe sale de la nada alguien que te está mirando.
Luego me encontré con un grupo de camiones al borde de unos acantilados. Aquí casi es obligatorio el saludo, y contarse la vida cuando uno se encuentra con alguien. Se saludad, se preguntan por la familia, se abrazan, te invitan a tomar a té y yo que sé. El caso es que estos ultrahippies, cuando me vieron ni siquiera me saludaron, al revés, se dieron la vuelta. Ya ves lo que a mi me importa que me salude un extraterrestre, pero si quieren estar solos, que pongan la cuerda que tenían alrededor de los camiones, de 80 km de largo; o si no, que se hagan una muralla y se den de cabezazos contra ella. Yo cuando voy por ahí, no intento molestar, y mucho menos cuando ya ves que no quieren ser molestados. Así que seguí mi camino, espanté a unos cuantos perros y cogí de nuevo La Marchosa. El camino continuaba a lo largo de la costa, y siempre las carreteras principales pasan por el medio de los pueblos, así que mucho que cuidado, porque nunca se sabe quien va a salir por la derecha. Aflojo el acelerador hasta que paso el pueblo y otra vez al ataque.
Ahora si que llego al camping, porque si sigo así, os cuento cada curva del camino. Llego super hambriento, hago la reserva en el camping y me voy a comer a la carretera, que es donde suelen estar también lo restaurantes. Pido una Coca-Cola y un poco de pollo, pero después de una hora de espera, el pollo no aparece por ningún sitio. Mientras esperaba, conocí a 3 ciclistas franceses que iban hasta el Senegal. Menuda moral. Eran una pareja de jubilados que iban a una reunión sobre la pobreza en el mundo en Dakar, y venían desde Niza, al otro lo conocieron en el camino. Estuvimos hablando un poco y ellos continuaron su camino. Yo pagué mi Coca y como no vino el POLLO, me fui al camping. Pregunté si hacían algo de comer y me prepaparon una tortilla, pero los huevos los tuvo que ir a buscar.
Ahmed, que es quien lleva el camping, es un tipo simpático. Está orgulloso de ser el primero en tener Wifi en el camping, pero lo siento mucho Ahmed, el wifi no funciona muy bien. El camping es pequñito, caben unas 8 furgonetas, pero está bastante limpio y hay agua caliente y electricidad. El precio 50 DH por día. A mi lado unos jubilados franceses que creo que llevan mucho tiempo por aquí, y en otra camper, un tipo que se pasa todo el día durmiendo. Al otro lado hay otra camper pero no veo a nadie. Así que mientras me comía la tortilla, intentaba una conexión con internet.
Más tarde llegaron los ocupantes del camper de al lado. Un australiano y un marroquí que viajaban juntos en una furgo prestada, y que querían vender no sé donde. Zacarías, que es el chaval árabe, me invita a comer un kuskús por la noche, y acepto encantado. Estuve un rato ordenando un poco el descontrol interior de La Marchosa y me fuí a la invitación que me habían hecho. Cuando llegué había también un par de ingleses, creo que eran padre e hija. Ella es de Leeds, y no entendí nada de lo que me dijo en toda la noche. El padre es un tipo estupendo que no paraba de reir y que llevaba una guitarra que dijo que tocaría después de cenar. Zacarías iba de arriba para abajo preparando el kuskús, que se puede tardar bien bien 2 horas en preparar. Mientras, íbamos bebiendo cerveza, vodka, tequila que puse yo, y charlando continuamos hasta que al final llegó un hermoso kuskús que parecía para 20 personas. Tambien apareció una Neozeolandesa que estaba mas bien allá que acá. Ya llevaba varios meses de viaje y pensaba continuar algunos más. Ahmed y su compañero del camping también vinieron a cenar. La cena se fue animando y cada vez íbamos bebiendo más y más. La Janis Joplin no sé de donde sacaba el vino, pero trajo un montón de botellas, Cavernet Sauvignon marroquí, que estaba buenísimo. Zacarías empezó a hacer porros y yo dale que dale al vino. Creo que al inglés, que no recuerdo como se llamaba, el primer porro lo puso bien, y como Zacarías dijo que se iba a dormir a la playa, el dijo que también. Primero acompañó a su hija al hotel, pues aunque no era una niña, las calles parecían una boca de lobo. Cuando volvió se fue con Zacarías a la playa. Ahmed solo quería liarse con la Janis, y la Janis yo no sé donde estaba, pues no paraba de reir y hacer muecas extrañas. Con su perrito Poppy, que le habían regalado hace unos días y que pensaba llevárselo a su país. Así estuvimos hasta que nos hartamos. Yo me fui a dormir y Mike también. Luego ya no se como siguió la cena.