Ayer, un nuevo amigo de los que suelo conocer allá por donde voy, me recomendó una playa bonita que debía conocer, L’Illot de l’Aliga, cerca de Miami Platja, en la Atmella. Así que hoy me he levantado temprano y he puesto rumbo al L’Illot, y para variar me he perdido por caminos que no conocía, y aunque los hubiera conocido también me habría perdido. Tras varios intentos de aparcar el coche en el lugar más cercano a L’Illot, al final llegué hasta la casa de huéspedes Holiday House – Mas del Guixé, que estaba cerrado, y aparqué en la puerta a un lado del estrecho camino, pero intentando aparcar la furgo mejor para que no molestara, giré marcha atrás, con tan mala suerte que la rueda llegó al borde del camino y este cedió ante el peso. La rueda derecha de delante empezó a patinar. Intenté dar marcha atrás, pero la rueda sigue hundiéndose cada vez más, patina una y otra vez, y aunque el terreno parecía duro, no fue ese el caso, era solo piedra con tierra y me hundí. Saco las planchas e intentó ponerla debajo de la rueda, pero no caben. Saco algunas piedras y tierra de debajo de la rueda, y pongo algunas piedras grandes y unas planchas finas que son lo único que puedo poner. Intento echar marcha atrás de nuevo y nada, solo humo en las ruedas y más hundimiento. Escribo a los amigos de Offroad pidiendo alguna ayuda, e intento lo que me dicen, pero la furgo no se mueve. Llamo entonces a la compañía de seguros y después de explicarles el lugar desconocido donde estaba, y voilá. Parece que al final localizan el lugar y me dicen que en media hora llegarán con una grúa. Solo tengo que esperar a que lleguen a rescatarme. Pasa el tiempo y veo que por el final del camino se acerca una grúa. Llegan el piloto y un nuevo aprendiz, y al ver la situación, el jefe decide rápidamente ponerse manos a la obra. Colocan una pequeña polea en una esquina del camión por donde pasan un cable de acero que intentan colocar sobre el trapecio de la rueda del piloto, pero no cabe, así que colocan una faja pequeña tipo eslinga y enganchan el cable. Poco a poco el winch comienza a tirar, mientras yo desde el asiento del piloto controlo el volante y el freno. El Sr. de la grúa sigue con su trabajo, y después de varios intentos, me dice «tira marcha atrás». Lo hago, y la furgo sale tranquilamente del problema. Que bien, no hay nada como unas manos expertas, muchas gracias a Gruas de Atmella.
Después de este incidente, intentó pensar en qué hacer, y decido seguir con mis planes. Por suerte unas chicas muy simpáticas me dicen que camino he de seguir para llegar hasta L’Illot, siguiendo la ruta del GR92, aunque en realidad es difícil encontrarse a alguien por la zona. Esta vez cojo los bastones de trekking, que hacia tiempo que hacia comprado y aún no los había estrenado, y que tras el resbalón del otro día, me darán algo de seguridad. Cargo la mochila con algunos trastos, me coloco los bastones y enseguida me doy cuenta de que los bastones son de una gran ayuda, también recomendaría unos zapatos o botas de trekking, además de unas zapatillas para el agua y las piedras. Voy siguiendo el GR92 y en diez minutos ya veo L’Illot, ahora hay que bajar el desnivel de unos 20 o 30mt hasta llegar a la playa misma. Antes de esto, desde el camino miro hacia abajo y la vista es impresionante. Llego a la playa y saludo a una señora con la había hablado mientras esperaba a la grúa. Hoy había venido a esta playa con su hijo Eric, para celebrar su noveno cumpleaños. Pregunto si se puede subir a L’Illot, pero nadie sabe de ningún camino de subida, cuando me acerco más veo que la cosa es complicada, y no estoy yo para hacer alpinismo, otro día lo intentaré por el otro lado de L’Illot. Hay poca gente, pero es que la playa también es pequeña, solo veo una pareja y los dos van con bañador, cosa que no me gusta nada. Luego encuentro a unos que me preguntaron si necesitaba ayuda en el atasco, y al volverme, dos preciosas chicas con el cuerpo desnudo, ya era hora, me comentaron que estaban buscando el modo de subir a L’illot. Me dijeron que fuera a hacer fotos en una gruta o agujero que había en la roca, pero cuando subí, las dije «pero si por ahí no pasa mi barriga», cómo queréis que pase yo al otro lado. Se rieron y siguieron buscando un sitio por donde subir la roca. Me metí un poco más en el agua, y por un pequeño pasillo, llegué al otro lado del saliente y ya vi algunos cuerpos desnudos que me animaron, no es que me entretenga en mirar a la gente desnuda, aunque a veces lo hago, pero es como no tengo bañador, pues prefiero estar en una cala nudista, me siento más cómodo, menos cuando me entra la trempera matinera, pero eso es otra cosa que ya explicaré. Dejo los bástulos sobre una roca y con cuidado me meto en el agua, hay alguna roca por el suelo aquí y allá, pero salí a las 10 de la mañana y ahora son la 1 de la tarde, y ya me tocaba. En cuanto puedo me lanzo y empiezo a nadar. El agua está de muerte. Lástima no haber traido las gafas graduadas de buceo que me regaló mi hermano. Permanezco más de una hora en remojo y ya el hambre comienza a llamar mi atención, así que decido que es hora de irse y que ya volveré otro día, eso seguro, la playa es muy bonita y recomendable.