Me quedan casi dos meses para estar en México, y mi viaje empieza y sigue por La Ciudad de México CDMX, que es la capital del país. El segundo día de mi estancia en el país fue un auténtico desastre, pues cogí una infección intestinal, y estuve cuatro o cinco días realmente mal, con fiebre muy alta y diarreas que me duraron más tiempo.
Hotel Regina
Aunque aún estaba convaleciente cambié a un hotel más céntrico y más barato, y tuve la suerte de encontrar el Hotel Regina (Regina 58, Centro Histórico de la Cdad. de México, Centro, Cuauhtémoc, 06080 Ciudad de México, CDMX, México) un lugar algo freakie, con pinturas y adornos de todo tipo, que me recuerdan un cuadro de Dalí. Las habitaciones son amplias y si quieres algo más barato, puedes contratar una habitación con los servicios compartidos, servicios que son amplios y está muy limpio. El hotel también dispone de una cocina donde puedes guardar alimentos en la nevera o prepararte un plato de pasta si hace falta, ya que tiene todos los útiles que te puedas necesitar.
El Zócalo
(Pza. de la Constitución S/N, Centro Histórico de la Cdad. de México, Centro, Cuauhtémoc, 06010 Ciudad de México, CDMX, México)Unos de los primeros lugares que visité fue El Zócalo, plaza en la que hay muchísimos vendedores indígenas de artesanía. Es raro, pero con lo que a mi gusta comprar, ese día no compré nada, solo chafardeé los puestos, y pregunté por qué se quejaban los indígenas, y es que resulta que no sé qué tipo de diputada no permitía la venta ambulante de artesanía, y por todos lados se veían pancartas protestando por la nueva ley. Me llamó la atención que la mayoría de los que se manifestaban eran mujeres, y que tenían todos los puestos rodeados por policías, por lo que pudiera pasar, pero no conseguí más información. Tras la no compras, fui a visitar la catedral de la ciudad. La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María de los Cielos de la Ciudad de México (también, Catedral de la Asunción de María de México o Catedral Metropolitana de la Ciudad de México o, coloquialmente, la Catedral) es la sede de la Arquidiócesis Primada de México y se ubica en el lado norte de la Plaza de la Constitución (el Zócalo) en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la demarcación o alcaldía Cuauhtémoc. La catedral es preciosa, pero no pude visitarla completa, porque a media visita me llamó Kike Gallego, y me hizo mucha ilusión hablar con él. Para poder usar el teléfono tuve que salir de la catedral, y después de hablar con Kike, si quería entrar tenía que dar media vuelta a la catedral, hasta encontrar la puerta de entrada. Preferí seguir paseando, cuando vi a unos chamanes que practicaban una ceremonia para liberarte de los malos rollos, y tras pensarlo un ratito, porque no sabía cuanto cobraban y porque en algunas cosas soy algo tímido, me decidí, y allá que me fui a hablar con el chamán, para preguntarle cuanto costaba la ceremonia, para mi sorpresa me dijo que era la voluntad, así que ya no había excusa para no librarme de los malos rollos. La ceremonia dura entre 5 y 10 min. Fue algo espiritual, y me dejé llevar. No sé si sirvió para algo, pero el chamán me dijo que pidiera algo mientras el actuaba, y pedí salud. Ciertamente no me he encontrado bien durante el viaje, pero es que ya llevaba las secuelas del COVID que sufrí en enero del año anterior y aún sigo arrastrando las dichosas secuelas.
Ceremonia en el Zócalo para limpiarme con un baño de Copal para quitarme la mala vibra
Una vez bendecido y libre de malos rollos, me dirijo al Puente sobre el Templo Mayor. El Templo Mayor o Gran Templo de México (denominación empleada por fray Bernardino de Sahagún) es un recinto que comprende una serie de construcciones, edificios, torres (a cada una de estas construcciones piramidales la denomina él torre1 o cu2 —éste sería el adoratorio indígena, pudiendo haber varios adoratorios por torre— y fray Toribio de Benavente las describe como una gran cepa cuadrada y esquinada coronada por uno o dos altares3) y un patio, el espacio físico donde se ubicaban las mismas, cercado por una pared que contaba con unas puertas que daban acceso a las calzadas principales de la ciudad.4 Leer más
Para mi son unas ruinas poco interesantes, pero es que mi cultura arqueológica tampoco es interesante.
Continuo paseando por las Calles de Argentina y la Calle Nicaragua, que es una marabunta de gente y de locales de venta al por mayor, y de multitud de puestos que ocupan ambos lados de la calle, y donde puedes encontrar de todo. A mí me interesaba un sombrero tipo panameño, pero lo único que veía por todos lados eran gorras de beisbol con unos bordados increíbles y a precios ridículos. Al cabo de un rato me encontré con un chaval que acababa de llegar a la Calle Nicaragua, y que en una bolsa de plástico enorme, llevaba infinidad de sombreros. Le pregunté si tenía alguno panameño y me enseñó imitaciones en varios colores. Me decidí por uno color paja, y solo pagué 8USA$, lo que me pareció muy barato. Me sentía muy cómodo con el nuevo sombrero, me lo puse y continué chafardeando por las calles. Paré en un puesto de tacos, y comí con ansiedad varios, pero con mucha más ansiedad, lo que en México llaman Jugos de zumo, que básicamente están preparados con agua, y que han sido mis bebidas preferidas durante todo el viaje, habiendo de todos los sabores, desde Jamaica o limonada, hasta Horchata y frutas que no había oido en mi vida, además son baratísimos.
Pasado un rato, acabé en una tienda militar, donde vendían mochilas de todo tipo, hasta chalecos antibalas por unos precios ridículos. El dueño me dio la tarjeta por si quería volver otro día. Continué paseando hasta llegar a las calles del Zócalo, donde podías encontrar tiendas de marca, McDonals y heladerías. Entré en una tienda donde lo hubiese comprado todo, era de diseñadores de joyas y productos Cool. Desde la Nike más chula, hasta la zapatilla francesa más alucinante, tanto como los precios. Me probé varias camisetas que me gustaban, pero no había de mi talla. Mientras caminaba me encontré con una tienda de sombreros, y claro, no pude evitar entrar. Estaba buscando un sombrero de ala ancha, parecido al que usa Bob Dylan en el disco Desire. Había sombreros muy bonitos, pero ninguno parecido a lo que quería. Tampoco tenían esos sombreros colombianos que puedes doblar y meterte en el bolsillo, pero me probé los que mas me gustaron aunque al final no compré nada. El precio de los sombreros oscilaba entre 300 y 1.000$USA. Cuando ya no podía andar más porque me dolían mucho las piernas, regresé al hotel. Después de una buena ducha salí a cenar a eso de las nueve de la noche, pero para sorpresa mía, todos los restaurantes estaban cerrados. A día de hoy aún no he controlado el horario de los restaurantes, lo único que sé es que suelen abrir muchos sitios a las 7 de la mañana. Al final encontré un restaurante que estaba cerrando y que les quedaba un pollo asado y un plato de pasta. Yo quería algo de fruta, pero me conformé con lo que quedaba. Lo llevé al hotel, y en una habitación que hace el servicio de cocina para clientes, me puse las botas. Luego me fui a tomar algo en la calle de al lado del hotel, donde había mucha gente bebiendo y escuchando música a tope, pero no duré mucho, primero por las piernas y segundo porque no encontré un ambiente que me gustara especialmente, aunque los bares estaban a tope, pero yo no quería pelearme por una silla. Se hizo tarde y me fui a dormir.
Al día siguiente quería ir a las Pirámides de Teotihuacán y Xochimilco, pero como seguía con problemas de diarrea preferí quedarme en el centro. También fue una pena perderme una visita al mercado de músicos que hacen los sábados, y al que Adrián me había invitado a visitar, pero me encontraba fatal, y ese día me tuve que quedar todo el día en el hotel. Después de estar varios días enfermo, tenía ganas de salir de la ciudad y olvidarme de Juan Valdivia, además, para entonces mi relación con los amigos de los HDS estaba en sus horas más bajas, y el nuevo proyecto del grupo me traía sin cuidado, además unos días parecían ponerse de acuerdo en volver a juntarse, y solo faltaba que uno del grupo diera el visto bueno, pero al día siguiente otro se volvía a bajar del burro. Para entonces Kike y yo ni nos hablábamos, así que pocas ganas tenía de oir noticias de los HDS. Y no sé porque hablo de esto, pues lo que fue el motivo del viaje se había vuelto una pesadilla, y necesitaba cambiar de aires rápidamente. Aún tuve tiempo para visitar el centro histórico de la ciudad, y el barrio con mas marcha de la ciudad, sin ser peligroso, porque la ciudad es enorme, y aunque me invitaron a algunos lugares de la ciudad a tomar algo, cuando pedí información me dijeron que ni loco fuera a ese barrio, pues era el más peligroso de la ciudad, por eso a veces tuve que decidir en si probar algo nuevo y excitante, a lo mejor era tan excitante que podía jugarme como mínimo la cartera. Como en otros países de centro américa, hay zonas clasificadas según su peligrosidad y eso hay que tenerlo en cuenta, aunque yo nunca me sentí en peligro, pero si que observé muchos policías en las calles.
Otra vez tuve que cambiar de hotel, pero esta fue porque en el Regina no había habitaciones disponibles, y acabé en Casa Pepe Hostel Boutique, un hotel de tipo estudiantil con cartera, que aunque era discreto, son algo remilgados cuando invitas a alguien a tú habitación. Después de arreglar los datos para mi tarjeta del movil, llamé a ADO para reservar un billete de autobús hasta Oaxaca, donde llegaría el 14 de abril, pero eso os lo explico en el siguiente post.