Archipielago de san Blás

Isla Anzuelo

Después del evento en Panamá, tenía unos días libres hasta coger el próximo vuelo a Guatemala, donde sería el próximo evento del Meet & Green con Juan Valdivia.
No sabía a donde ir, aunque pensaba que lo mejor era buscar alguna playa o isla donde pasar unos días. El caso es que estaba saliendo del hotel, cuando a la puerta del mismo, y sentado en un banco y fumando vara no variar, me encontré con Juan Valdivia. Estuvimos hablando un rato, y le comenté mi intención de ir al archipielago de San Blás, Juan me dijo que había estado, y me comentó que no le había gustado y que fue una paliza la carretera para llegar hasta allí. Hablamos de alguna tontería más y se fue a una reunión que tenía con el promotor, a la que quise ir, pero me dijo que no era cosa suya, así que no insistí, y me fui a buscar mi tarjeta para movil. Elvis me había dicho que en cualquier chino encontraría tarjeta, y no fue nada fácil, pues en todos los sitios donde probé de comprar una, no había. Al final Elvis se la encargó a uno de sus empleados, y solo tuve que ir a recogerla a su local, y luego a una empresa de telefonía para que me la cargaran con datos. Hablé con Elvis, comentándole mis planes, y me dijo que me fuera a San Blás, que no me arrepentiría, incluso que si quería él se encargaba de hacerme una reserva, pero al final decidí hacer la reserva en el hotel, ya que resultaba más cómodo y no tenía que molestarte tanto. Total que por 180$ contraté un viaje de dos días con todo incluido hasta la isla Anzuelo. La única pega es que tenía que salir a las 5  de la mañana y que la carretera fue una tortura durante dos horas, mas un viaje de un poco más de media hora en lancha hasta la isla. 

Ruta: Panamá City - Isla Anzuelo - San Blás

El camino hasta la isla es algo duro, por una carretera hecha polvo y llena de baches, pero bueno, son solo dos horas. Luego llegas a la islita, que en mi caso era eso, una islita cuyo perímetro podías andar en quince minutos. Había unas diez cabañas y una algo mas grande donde servían comidas. No había mucho donde elegir, pero si te gusta el pescado y la fruta, puedes pasarlo como un Dios, y si eres un poco espabilado, pues puedes encargar que te traigan algo diferente para el día siguiente. En la isla no hay más que hacer que tumbarse bajo un cocotero, escribir un libro y tomar un baño. Es lo más tranquilo que uno pueda pedir. Los indígenas no son especialmente simpáticos y van a su aire, son pocos y te dejan tranquilo hacer lo que quieras.

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